El mundo se está haciendo más pequeño. La contracción global es real y está causada por la sobrecarga de información de Internet, CNN, la BBC, NPR, y Al Jazeera, por nombrar algunos. Mientras, la población humana continúa creciendo, exacerbando los problemas no resueltos de la urbanización rápida que está causada por los predecibles efectos adversos del rápido cambio en climático en el medio ambiente. Sin embargo, para algunos de nosotros, especialmente si estamos entre los pocos millones de afortunados, nuestras vidas continuarán sin cambios, enriquecidas por culturas complejas e interesantes. Trabajaremos duro por nuestros ingresos, y lo más importante es que no nos preocuparemos de dónde viene nuestra próxima comida. Siendo física y psicológicamente comprometido por alguna entidad de enfermedad exótica - malaria o esquistosomiasis - parece una posibilidad tan remota como despertarse con un montón de otros problemas que amenazan la vida.

Pero no es la forma en que viven la mayor parte del mundo. Hay miles de millones de personas que no tienen ninguna esperanza de mejorar sus vidas sin mayor estrategias de intervención de salud pública que vienen de fuera de las fronteras de los países en los que viven. Sus vidas están cargadas con desesperación, anticipando otro brote de malaria, o el virus del Ébola esta vez. Como un fondo (es decir, el mundo en el que nacieron), están las cosas que dan por sentado y aceptan, como comida y agua contaminados; elementos esenciales que están obligados a consumir porque no hay alternativas. Cada día hay muchos organismos que pueden causar un gran daño; estos agentes infecciosos están siempre presentes. No conocen fronteras. La forma larvaria de los esquistosomas es transportada por los ríos tropicales a asentamientos al lado de sus alrededores ribereños. Las inundaciones masivas -monzones- dan el agua para la reproducción de poblaciones de mosquitos que portan la malaria y la fiebre del dengue a todos los que viven dentro del rango de las especies de mosquitos que transmiten estos y otros agentes que amenazan la vida. Los ciclones y los tifones redistribuyen los insectos vectores a través de los trópicos, sin discriminar qué países obtienen qué especies de mosquitos. Así es como la fiebre del dengue llegó a la puerta de Bangladesh hace algunos años. Los números son impactantes: casi 2 mil millones de personas tienen alguna forma de parásito -protozoario o helminto- que provoca dolor y sufrimiento privando a esas desafortunadas personas el derecho a una vida libre de enfermedades. El saneamiento está perdida en su mundo. No podríamos imaginarnos viviendo sin todas las comodidades de una sociedad occidental moderna. Nos resistimos cuando las luces se oscurecen porque nuestros aires acondicionados pon una presión excesiva sobre nuestras anticuadas redes de energía. Un brote de E. coli O157 es la causa por titulares en la noticia local con una llamada a leyes más estrictas de inspección de alimentos. No se presiona donde estos problemas ocurren todos los días. El agua y la comida son los primeros en una corta lista de cosas esenciales. La enfermedad es una consecuencia aceptada de la pobreza que debe ser tratada lo mejor posible. La muerte por un espectro largo de agentes infecciosos es un espectro familiar para personas con vidas que definen la ecología de la vida en los entornos más pobres, rurales o urbanos.